lunes, 6 de octubre de 2008

HOMENAJE A MERCÈ RODOREDA


Este próximo miércoles 8 de octubre se cumplen cien años del nacimiento de Rodoreda.

Ella, ha sido para mí, el primer contacto con la literatura catalana, un contacto grande e intenso. Con su prosa cargada de poesía, Rodoreda hermanó a todos los personajes femeninos que recorren sus obras: Aloma, Natalia, Cecilia Cé, Teresa Godall. Todas son distintas y todas son la misma, todas intentaron construir su camino en una sociedad que las niega.


Recomiendo indagar en la pintura de Rodoreda, no porque ella haya sido pintora, sino porque también fue una representación más de su universo (Mercè Ibarz organiza una exposición en La Pedrera a partir del 15 de iciembre.


Y para despedirme por hoy, un fragmento de Mirall Trencat (Espejo roto)



"Ningún otoño le había parecido triste: sólo aquel. El chalet estaba rodeado de rejas, de nubes que no la dejaban respirar. ¿Por qué no moría todo? Mamá la miraba como si no la viese. La abuela pasaba los días durmiendo. Su padre estaba como amodorrado y vagaba de un lado a otro con tanta pena en los ojos que no podía resistir mirarle. Su única compañía eran el tejado y el cielo. Subía cada noche al tejado y de cara a las glicinas, erguida y blanca en su camisón vaporoso [...] gritaba y gritaba en un susurro el nombre de su hermano [...] Le llamaba débilmente para que si estaba lejos, en cualquier lugar al que hubiese ido, la pudiese oir con el alma [...] como el alma de él la había llamado a ella bajo la claridad de las estrellas. Una noche trató de acercarse a la cornisa, al lugar donde habían estado los dos agarrados a una cuerda que habían atado de chimenea a chimenea. Pudo retroceder y cuando llegó a la escalerilla de hierro se agarró a ella y cerró los ojos porque le palpitaba el corazón" (1991, Madrid, Debate, P.16)

Espejo roto, un collage de vidas diferentes.